miércoles, 9 de julio de 2008

SOBRE LAS COACCIONES DEL PENSAR por Ingrid Placereano

El “Filósofo Topo”. Sobre Nietzsche y el lenguaje
Lucía Piossek Prebisch
Universidad Nacional de Tucumán, 2005.
178 págs.


Tres figuras aparecen como constitutivas del perfil de filósofo de Nietzsche: el pájaro, el topo y el artista. Si bien las interpretaciones clásicas pusieron el acento en el filósofo pájaro con su anuncio del nihilismo, y en el filósofo artista con la recuperación del mundo sensible y la alegría por él propuesta, Lucía Piossek Prebisch dirige su mirada al topo –la figura menos trabajada pero no por ello menos importante para comprender el pensamiento nietzscheano–, que se presenta así como uno de los precursores del llamado “giro lingüístico” de la filosofía contemporánea. Para ello reúne en este volumen diferentes artículos, publicados previamente en revistas especializadas y actas de Congresos y Jornadas internacionales.
El lenguaje cobra importancia en el pensamiento de Nietzsche en un doble aspecto: en el modo personal en que lo usa –que en algunos puntos dificulta la comprensión de sus ideas–; y como objeto de reflexión, ámbito en el cual la figura del topo resulta iluminadora para representar su propia postura. El filósofo topo es el que, horadando el terreno, ataca los cimientos de lo ya establecido. Aquí se muestra claramente la inactualidad de Nietzsche, quien rompe así con las creencias y supuestos de su tiempo, conjunto al que él denomina moral y que puede interpretarse como la metafísica tradicional. Así, este pensador se muestra, al decir de la autora, como “un filólogo que traspasa los límites de su competencia profesional y comienza a preguntarse por la esencia y las posibilidades expresivas del lenguaje, y por la inextricable trabazón de palabra y pensamiento”.
De este modo, la crítica a la metafísica que lleva a cabo en el plano lingüístico incluye el descubrimiento de dos coacciones que el propio lenguaje ejerce sobre el pensamiento: la coacción semántica, a través del ataque a la noción de verdad y a los conceptos; y la coacción gramatical, que Nietzsche muestra en una clara crítica a Descartes y a su cogito ergo sum.
Además de trabajar minuciosamente sobre el pensamiento de este filósofo, es interesante encontrar, en varios de los artículos, comparaciones con Hans G. Gadamer tomando nociones tan fundamentales como la verdad, el lenguaje, la razón y la interpretación. En este sentido, se dedican dos artículos al tema de la interpretación y la traducción, que muestran importantes reflexiones de la autora sobre el papel de ésta última en la filosofía, y en la filosofía argentina especialmente.
Con su conocido interés sobre la actividad filosófica en nuestro país, la profesora Lucía Piossek Prebisch dedica el penúltimo artículo a la recepción de Nietzsche en Argentina, en el que señala, en una visión global e iluminadora, algunas de sus influencias en medios especializados. Aquí aparecen figuras de la talla de Alejandro Korn, Juan B. Terán, Francisco Romero, Adolfo Carpio, etc., para ilustrar los ecos nietzscheanos en los distintos períodos del siglo XX –por ejemplo, las primeras cuatro décadas, los ’60, los últimos años- en los cuales la mirada y la valoración de la obra de Nietzsche recorren diferentes tópicos y posturas que le permiten dejar su inicial posición “extramuros” para instalarse en el centro de la preocupación y actividad académicas.
Este volumen ofrece al final una versión del póstumo nietzcheano “Sobre verdad y mentira en sentido extramoral”, traducido por la propia autora. Texto bello y clave para entender la postura de este pensador con respecto a la relación lenguaje y pensamiento y en el que se despliega, en todo su esplendor, la coacción semántica y, a partir de ella, la fuerte crítica a la metafísica.
Todo el libro está poblado de observaciones y reflexiones en primera persona que señalan la presencia de un autor sólido y responsable de lo que dice, sumado a serias y detalladas referencias bibliográficas. Esto no le impide a la autora acercarse al lector con confianza y es así que, en muchos momentos de la lectura, se tiene la sensación de estar presenciando una clase. Con esto, se pone de manifiesto la atención puesta en la reflexión sobre el lenguaje, pero también en el modo en que éste es usado; modo que, en vez de dificultar la interpretación como en Nietzsche, la clarifica, dotando de amabilidad y placer a la lectura.

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