miércoles, 9 de julio de 2008

LA VIGILIA DE UNA POETA por César Juárez

Opus Lunar
Nélida Cañas
Salta, Mercedes Saravia, 2007
12 págs.


“Hay tanta soledad en ese oro. / La luna de las noches no es la luna / Que vio el primer Adán. Los largos siglos / De la vigilia humana la han colmado / De antiguo llanto. Mírala. Es tu espejo”. Este poema de Jorge Luis Borges —perteneciente a La moneda de hierro [1976], y titulado “La Luna”— bien puede ofrecer una senda para abrirnos paso en la mínima “plaquette” de Nélida Cañas. De hecho, de la lectura de Opus Lunar se desprende la misma intuición: la luna como espejo de esa extraña cosa que somos. El volumen contiene seis poemas de diversa extensión: “Emily, la pervertida de rocío”; “Las mareas de la luna”; “Crónica de un cuerpo negado”; “Piedra en el fondo del mar”; “Aprendizaje” y “Mujer descalza”. El primero, sin duda el más extenso, opera a partir de intersticios que la poeta encuentra en los poemas de Emily Dickinson y que —según lo explicita— le permiten establecer un diálogo imaginario con ella. “Emily, la pervertida de rocío” posee ocho momentos, no necesariamente sucesivos, señalados por asteriscos. Veamos: “Emily / sigo tu respiración / contigo en el desierto / en la sed / en el bosque de tamarindos / ebria de aire / pervertida de rocío / en el ciervo herido / que salta más alto / por el éxtasis de la muerte // Querida Emily / como a ti / el más pequeño manto / me servirá”. Es curioso lo que sucede con los asteriscos en la página: por momentos parecen pequeñas estrellas gráficas en el espacio. “Las mareas de la luna”, también estructurado en momentos con asteriscos, muestra a una Isadora Duncan que “ve la muerte / en la cara de la luna / y comprende el lenguaje / de los sueños”. “Crónica de un cuerpo negado” y “Aprendizaje” presentan un yo lírico que tematiza la asunción del cuerpo propio. Leamos el segundo: “aprendí a bordar / tempranamente / en punto sombra / la verdad primera / de mi ser mujer / puntada por puntada / apretada / prolija / los ojos fijos / de la aguja / al diseño / punto sombra / punto atrás / punto cruz / orillando el deseo”. La precisión con la que Nélida Cañas corta cada una de las líneas del poema queda evidenciada aquí. Diríase que los poemas respiran a través de un ritmo terso y ágil al mismo tiempo. “Piedra en el fondo del mar”, por su parte, desarrolla una historia. En él, los dispositivos narrativos no entorpecen en modo alguna la fluidez de la escritura poética. Finalmente, “Mujer descalza”, elabora la siguiente sucesión de imágenes: “estaba descalza / rodeada de copas rotas / me detuve en la puerta / para verla / y no la nombré / para no asustarla // ella seguía ahí / entre trozos de vidrio / ordenando lo que no estaba / con el cigarrillo en la boca / y el pelo suelto / como un campo lluvioso”. Casi una versión verbal de aquella notable escena construida por Ingmar Bergman en Persona.
Cabe anotar, por último, que Nélida Cañas [1949] ha publicado los siguientes libros: Cifras del misterio, 1988; Sitial del vuelo, 1991; De este lado del mundo, 1996; Animal de lo desconocido, 1997; Jaurías del alba, 1998; Dibujo de mujer, 1999; El agua y la greda, 2001 y Una palmera en el fondo del cielo, 2004. Siete de estos ocho libros son de poesía.

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