martes, 25 de marzo de 2008

DOSSIER HUGO FOGUET (Rev. n°1)

Notas sobre Pretérito Perfecto
Por Fabián Soberón


1

El hombre está sentado y pasa las hojas sepias del gran cuaderno de bitácora. Saca una pipa y lanza la primera bocanada de la tarde. El inmenso azul del mar murmura entre los engranajes precisos de las máquinas. Piensa en los relojes diminutos de la sala. Controla, paciente y solo, las reglas antiguas. Hace días que un pensamiento atraviesa su memoria. Está obsesionado con un capítulo de la novela. En Tucumán, a miles de kilómetros, descansa el poeta de la ficción y de la realidad.
Se levanta de la silla. Se para al lado de la ventana. Mira el azul por enésima vez. Recorre, en su mente, las olas blancas y las calles de todas las ciudades del mundo. Pero hay una que no lo deja dormir. Y no sabe que las páginas de su libro serán las calles de un jardín tropical.
2
Toda ciudad aspira a tener un Joyce. Toda ciudad desea que un novelista haga de esa ciudad el material de su literatura. Y toda ciudad, creo, quiere que nazca un Ítalo Calvino, o sea, un soñador que escriba la ciudad invisible de su memoria. La ciudad de Tucumán ya ha tenido su primer Italo Calvino y ya ha tenido su Joyce subtropical. Ese soñador ha sido Hugo Foguet.
Las historias de la novela cuentan avatares en Tucumán. Buenos Aires, el centro tradicional de la novelística argentina, no aparece. El marino Foguet da la espalda al puerto. Desde Tucumán va y vuelve a Europa. Crea, con este viaje intelectual y cultural, una novela de la región del norte sin los vicios del regionalismo folclorista. Pretérito perfecto inicia la novela urbana en Tucumán: los personajes atraviesan la gran ciudad de los sueños y de la realidad.
3
La novela fue escrita entre 1974 y 1982. Pero los personajes viven en el Tucumán de fines de los sesenta. Tres núcleos narrativos estructuran el libro: la reconstrucción histórica de Tucumán a través de la memoria de Clara Matilde Sorensen, la revuelta estudiantil de fines de los sesenta y las discusiones literarias, filosóficas y científicas en diferentes lugares de la ciudad.
Pretérito perfecto narra, entonces, las historias de personajes estrafalarios que transcurren en una ciudad atestada de bombas y operativos de la policía para aplastar las revueltas estudiantiles y obreras. Aunque Arturo hable de la poesía y de poética y la negra Fortabat tenga un affaire con el crítico que viene de Bs. As., los hechos ocurridos en la Quinta Agronómica (hechos que hacen clara referencia al Tucumanazo) invaden las conciencias de los personajes y los internan en la dura realidad de Tucumán y del país. La novela de Foguet puede considerarse una radiografía no de la pampa sino del norte en esos años polvorientos y lóbregos, en los años en los que las teorías sobre el cosmos se mezclaban con la poesía y el sexo libre y el deseo de la revolución estaba en la esquina del barrio. La novela de Foguet combina de manera lograda las referencias exquisitas y múltiples a la literatura de Europa y las calles de Tucumán, el exotismo hindú con la pachamama, La cosechera con la filosofía de la magdalena de Marcel Proust. Es, tal vez, la novela que merecía Tucumán en esos años de efervescencia política y literaria, histórica y revolucionaria.
Y también, como una obra bifronte, la novela narra los avatares de la tradición más conservadora de la provincia. Furcade se encuentra con Clara Matilde y esta mujer anciana y melancólica le cuenta las mil y una historias de la aristocracia tucumana. Como una ciega anticipación de los años turbulentos del presente de los personajes (los años 60) la mujer le cuenta a Furcade (admirador de Mozart y de los chismes históricos) las desventuras de los pioneros azucareros y los entretelones de los políticos que llevarían a la provincia a la tumba económica. La historia de Tucumán, la trágica historia de Tucumán, aparece a través de las familias tradicionales de la provincia. Los recuerdos de Clara Matilde son una reinvención del pasado de Tucumán.
4
Pretérito perfecto es un mar de palabras, de citas, de lugares, de personajes, de recuerdos. Es un artefacto verbal imparable, una máquina de verborragia infrecuente. Asalta al lector de la novela una sensación de fluido continuo de palabras que aparecen y desaparecen. El barroco no solo está en el modo de construcción de la novela sino también en la sintaxis y en la proliferación de nombres y teorías.
Arturo, Maximiliano y Furcade exponen sus teorías antropológicas, poéticas, científicas y filosóficas en medio de los disturbios del tucumanazo y de los avatares en la vida de Solanita Jimeno. La novela crea el Tucumán de una época y funda una tradición literaria.
El lector invariablemente devorará las páginas de Pretérito perfecto. Invariablemente devorará las páginas de Tucumán en el libro. Las páginas del libro son las calles de Tucumán. Las calles de Tucumán están hechas de literatura y de historia. La vida está hecha de la materia de los sueños, escribió el inglés. Y Foguet cumple, con su novela, el sueño de Shakespeare.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy bueno presentar a Foguet como el Joyce y el Calvino de San MIguel de Tucumán. Muy bueno eso de que el marino Foguet le da la espalda al "puerto" (Buenos Aires). Pero... ¿no hubo otros que escribieron, antes, esa ciudad?