viernes, 12 de diciembre de 2008

DEL CENTRO A LAS RAICES Y DE NUEVO AL CENTRO por Denisse Oliszewski

La invención literaria del folklore. Joaquín V. González y la otra modernidad.
Diego J. Chein
Tucumán, 2007
116 págs.

Diego Chein, Doctor en Letras y Magíster en Ciencias Sociales, se vale de la figura del intelectual riojano, Joaquín V. González, para explicar el encuentro entre folklore y literatura que se produce en la Argentina de fines del siglo XIX. Con la lectura de este libro iniciamos un doble viaje: en el primero acompañamos al letrado riojano, que vuelve a su pago natal, para recuperar las experiencias y los relatos de la infancia. El segundo es un viaje que realiza el lector guiado de manera hábil por el investigador, hacia los orígenes del emergente campo literario nacional.
La invención literaria del folklore es un ensayo crítico que se organiza en base a tres capítulos: “La poesía primitiva” es el primero de ellos, en donde observamos, a partir del análisis discursivo, el modo en que Joaquín V. González usa en su obra Mis Montañas el tópico del viaje de retorno para recuperar los relatos orales de su pueblo como elementos valiosos para la construcción de una tradición nacional. Como sostiene el autor “[…] el viaje de retorno desde la capital a la provincia, desde la ciudad al campo, desde la edad adulta a la infancia, materializa el sentido de la operación del rescate de la tradición y la poesía, del autentico espíritu o sentimiento del pueblo, que se halla en el núcleo de este programa para una verdadera literatura nacional”. El riojano se presenta a sí mismo como la fuente privilegiada de una auténtica literatura nacional por su doble carácter de letrado y erudito. En esta dualidad reproduce representaciones que apuntan a mostrar a las provincias como espacios que atesoran lo incontaminado y propio de la nación versus una capital cosmopolita que toma como modelo lo foráneo. Los relatos orales representan para Joaquín V. González la materia prima fundamental en la construcción de un genuino canon literario.
En el segundo capítulo: “Los poetas de mi patria” el autor mueve la mirada desde la obra de Joaquín V. González hacia las condiciones históricas y sociales de producción y circulación de sus textos. De un modo sutil sitúa al lector en las tensiones del campo intelectual nacional permitiéndole vislumbrar la articulación del proyecto literario del riojano con su contexto de producción. Vemos cómo el campo literario emergente comienza a independizarse del campo historiográfico y del hacer político entre otros.
En el último capítulo, “El poeta nacional del porvenir”, Chein evalúa el papel que jugó la figura de Joaquín V. González en la definición de un canon literario nacional que busca constituirse como tal a partir de la suma de lo que ciertos intelectuales de la época estimaron como literaturas regionales representativas del “espíritu del pueblo argentino”. El folklore, entendido como las tradiciones de los pueblos, cobra su dimensión literaria en tanto herramienta estratégica para la construcción de una identidad criolla.
La propuesta analítica de Chein, quien se desempeña como investigador del CONICET y docente de la UNT, permite comprender las tensiones que surcaron los orígenes del campo literario argentino, cuyo carácter heterónomo muestra la coexistencia de un incipiente discurso criollista de la identidad nacional alimentado por los intelectuales de provincia como Joaquín V. González, paralelamente a un discurso moderno y cosmopolita proveniente de la capital. El autor destaca con lucidez el uso que hicieron intelectuales de fines del siglo XIX de su el origen provinciano, transformando esta característica en un capital simbólico que les permitió configurarse y posicionarse dentro del campo letrado los como representantes y portavoces legítimos de las tradiciones del pueblo.

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