viernes, 12 de diciembre de 2008

EL IMPERIO Y SUS VISPERAS por Ma Eugenia Flores de Molinillo

Lo que vi en Estados Unidos y Canadá
Alfredo Coviello
Tucumán, Edición de Autor, 1945
285 págs.


Un vistazo a los cuatro mil títulos de la biblioteca del Dr. Alfredo Coviello (1898-1944), al cuidado del Ente Cultural de Tucumán, revela las variadas y profundas inquietudes intelectuales de ese abogado y filósofo, artífice de la cultura tucumana en su actuación como universitario, periodista, funcionario, escritor y editor de publicaciones culturales.
En su libro póstumo Lo que vi en Estados Unidos y Canadá (1945), con soltura narrativa y aguda percepción, Coviello reúne impresiones del viaje de dos meses, en 1943, a esos países. Auspiciado por el National Press Club de Washington, el grupo de periodistas argentinos visitó ciudades, fábricas, centros de cultura, universidades y un vasto etcétera. Coviello no lo menciona, pero el viaje se gesta en el marco de “la política del buen vecino” con que F.D. Roosevelt buscaba incentivar la simpatía de América Latina hacia el papel de EEUU en la Segunda Guerra Mundial y que produjera, en otro rubro, una película como Three caballeros, de Walt Disney.
Como moderno Marco Polo, Coviello desgrana cifras apabullantes en sus apreciaciones: millones de dólares, de personas, de estudiantes, de autos, de libros, dimensionando así su admiración por la pujanza de una sociedad involucrada en la Guerra con espíritu mesiánico y con el impulso de uno de sus rasgos esenciales: el sentido de una meta a lograr, que permea todas sus actividades.
Comenta sobre la segregación racial en los estados sureños, así como sobre una violenta manifestación de “coloreds” –como llama a los negros, con prematura “corrección política”– en Chicago, donde la segregación, se supone, no existe. Se admira del lugar de la mujer en la sociedad, tanto por su independencia como por su presencia en la producción fabril y cultural. Sarmiento ya se asombraba un siglo antes al ver jovencitas viajando solas.
Más de dos años antes de la derrota del último bastión del Eje, Japón, lo que consolidaría el poderío de EEUU, Coviello vislumbra la victoria y justifica su convicción. Su prematura muerte, por enfermedad, en julio de 1944, le impidió constatar su aserto y privó a Tucumán de un espíritu esclarecido.

No hay comentarios: